miércoles, 6 de julio de 2011

Acerca de la Oposición

Quiero traer aqui unas líneas escritas hace mucho tiempo que bien debieran tomarse en cuenta... me cae que me estoy enamorando.

"Capítulo VII
SOBRE LA NECESIDAD DE QUE EXISTAN
PARTIDOS DE OPOSICIóN
1841
Por ANDRÉS QUINTANA Roo

En todo país en que se quiera conservar la libertad política, debe haber un partido de 'oposición. Esto es 10 que no entienden ni entenderán jamás esos parásitos de todo gobierno posible, esos arrendajos de cuantos gozan de algún mando, esos panegiristas de todo estado de cosas en que se les paga un sueldo. Jamás podrán admitir semejante principio político aquellos que, teniendo vinculada su existencia en el favor que gozan con los que mandan, fundan sus esperanzas en el despotismo y la arbitrariedad de sus amos, con que pueden pagar sus elogios y sumisiones. Cierto es que se mezclan pasiones en el partido que contrarresta a los que gobiernan, y que puede haber en el que los sostiene hombres dignos del mayor aprecio; mas para que se pueda estar honradamente con ellos, es menester que exista el partido contrario. Ponerse de parte de los que
tienen el poder, es agregarse a participar de su presa; sostener a los que manejan las riendas del Estado, de modo que ejerzan un poder saludable, es contribuir al fin importante para que la nación los destina.
Mas no hay que temer que falten apoyos al que manda: la dificultad está en hallarlos para la barrera que se debe formar para contenerlos. Esta dificultad es muy considerable en México, donde el despotismo ha echado tan profundas raíces que los que se dedican a contenerlo apenas encontrarán quien se lo agradezca. Pero nada es más necesario, en el día, que este espíritu de censura que purifica las medidas del gobierno, que hace estar alerta a los que mandan, que les obliga a emplear todo su cuidado, y su esfuerzo en el cumplimiento de los encargos que la nación les hace. Es ridículo, sin duda,ver una multitud de hipócritas de patriotismo, de hombres para quienes la revolución ha sido una lotería, en que han ganado mucho sacrificando nada, afectar una delicadeza de amor patrio, que no sufre que al lado de los elogios se noten los defectos que hay en una administración, para que se enmiende en adelante. Véase por otra parte a los partícipes y sostenedores de nuestra gloriosa revolución, a los hombres que han tenido el cordel a la garganta por nuestros antiguos dominadores, a los que han perdido comodidades por seguirla, no perdonar ocasión de manifestar los defectos de la nación que tanto aman; porque saben que la nación no es culpable de tenerlos,
y porque conocen que la agravian los que se los ocultan, privándola de que pueda corregirlos.
No basta varias las formas de los gobiernos; todos ellos pueden degenerar en despóticos, sin esta voz viva que haga valer las leyes que los limitan. i Feliz la nación donde arraiga el espíritu de censura y de vigilancia sobre las acciones de los que gobiernan! Nada son las constituciones y las leyes, si él falta; y con él pueden ser felices hasta las más imperfectas. La libertad no se goza sin una ligera agitación, sin una fermentación suave que mantenga en vida estas inmensas masas de los estados políticos, que, como el agua estancada,
se corrompen en la quietud.
Sólo el despotismo impone el silencio triste que suelen llamar tranquilidad sus defensores. Este silencio ha dado lugar a muchas desgraacias en nuestra república. Si después del plan de Jalapa hubiera habIdo una censura pública de las determinaciones del gobierno, las coss no hubieran llegado al grado que hoy se hallan, pues la opinión publica sería entonces conocida por la administración, y no tendría que sonrojarse por los excesos de San Luis, Valladolid, ChaIco y otros puntos de la república en que se ha derramado a torrentes sangre mexicana, hollando aquellas fórmulas que en el siglo en que vivimos son respetadas aun en el Diván mismo.
Fuente: Antología del Centenario. Estudio documentado de la
Literatura mexicana durante el primer siglo de independencia.
Compilada bajo la dirección del Sr. Lic. D. Justo
Sierra, por los señores don Luis G. Urbina, don Pedro
Henríquez Ureña y don Nicolás Rangel. Primera parte
(1800-1821). Volumen Primero. México, 1910. pp. 194196" en "Ideas POlíticas y Partidos en México" de Daniel Moreno. 1982

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